lunes, 18 de mayo de 2009

odio day

No m propongo decir nada nuevo, nada interesante. Existe una sola verdad en este ejercicio y es que lo único que me propongo es que lo sea. Días como estos suelen suceder, se avisan a veces -pero uno no siempre quiere escuchar- y otras interrumpen en la alegría soñada derribándola a ella y a todos sus planes. Se hacen dueños de la situación, sustituyen cualquier otra presencia. La matan.
Días así, llenos de su eficacia. Porque para ser lo que son lo hacen bastante bien. Toman rehenes, comprimen ideas, son jefes y amos.

Días así que no se pueden (o saben) evitar. Lo único que se puede desear/esperar es que vengan solitos. Que sea DÍA y no traigan más. Porque cuando vienen en patota arrazan con todo lo que se interponga en su camino. No hay excusas que meter, borran agendas, olvidan contactos, nada se puede hacer cuando ellos toman el control.

Se podría; claro. Se podría sí, pero esto ya nos mete en otro lugar.

Todo se remonta a ese momento en que yo y yo dejaron de entenderse. Y es que las relaciones humanas es de las cosas más difíciles que hay. Eso al menos creo yo. Y yo también. A veces se entienden, pero es las menos de las veces; en general no, y cuando menos pues: vienen estos días.

Pero no perdamos el hilo -que es algo que también nos suele suceder-.

Se podría evitar que estos días se adueñaran de la existencia si fuéramos otros, o pudiéramos ser consecuentes con lo que yo quiere y yo se interpone en que consiga. Ese es el problema fundamental. Ese y el no hacerse cargo, claro.

Pero partamos de la premisa de que el sujeto en cuestión es así y estos días se involucran en su calendario. Hoy es uno de esos días y lo mejor que se me ocurrió para burlarlo un poco fue dedicarle un blog. Les regalo el blog de los malos días, para vos, para mi, para todos los días de odio de todos los que alguna vez nos hemos odiado.